
De die in diem
En una entrada anterior al blog, decía que Roberto Unger había llegado a la conclusión de que el Estado de derecho o la rule of law era a la vez necesaria e imposible. Esto es así, porque desde la perspectiva de la corriente denominada “Critical Legal Studies” (en adelante CLS) existe una contradicción. Andrew Altaman, citado por Ernesto Garzón Valdés en el texto “Instituciones suicidas”, resume la tesis de la CLS en tres ideas:
Una búsqueda en Google del concepto “voto de castigo” da como resultado dos sitios de Internet que tienen más o menos el mismo contenido. La Wikipedia dice:
El voto castigo, en el marco de unas elecciones democráticas, es el voto que se le niega al partido político apoyado con anterioridad, con el fin, de castigarlo por su mala gestión o desacuerdo con alguna de las políticas llevadas a cabo durante el mandato de ese partido.
La conclusión a la que llega Ernesto Garzón Valdés en el texto titulado “Instituciones suicidas” es que el mercado es suicida por su tendencia a la formación de monopolios. Pero ésta no es, en sí misma, una conclusión que sorprenda, pero sí lo es el camino que recorre para llegar a ella. El autor parte de dos justificaciones éticas que se le dan al mercado; las intuicionistas o deontológicas y las pragmáticas o consecuencialistas. En las primeras están las que consideran que los valores propios del mercado valen por sí mismos. El mercado no es el medio para obtener ciertos fines, sino el resultado de la aplicación de un procedimiento; “la práctica correcta de principios fundamentales como son los vinculados con la defensa de la propiedad y de la libertad”. Y cita dos argumentos, el primero es que “el mercado es bueno en sí mismo”; pues se basa en el consenso de todos los que participan en él, en la autonomía de la voluntad y la igualdad de las partes. El autor cita el teorema básico de la economía de bienestar:
Las interminables rondas de votación para elegir al nuevo presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación fueron tan aburridas como divertidos los comentarios en Twitter sobre dicha elección; que se decidiera en un volado, que en un juego de piedra, papel y tijeras, que en tiros de penales, etcétera. El doctor José Roldán Xopa llamó a la Corte una institución suicida y recomendó el texto “Instituciones suicidas” de Ernesto Garzón Valdés. En ese texto, el autor menciona como instituciones suicidas los casos de la democracia representantiva y el del mercado. En el primer caso, Garzón Valdés piensa que el propósito de la filosofía política es responder a la cuestión sobre la justificación racional de la existencia Estado. El autor cita los argumentos de los autores clásicos Hobbes y Locke, así como de los contemporáneos Buchanan y Nozick. Para Hobbes-Buchanan la seguridad es condición necesaria y suficiente para explicar la existencia del Estado. Para Locke-Nozick es, además, necesaria su justificación, y esta se basa en el consenso sobre las medidas que pueda tomar el Estado que afecten la propiedad privada de los ciudadanos. Por lo que en esta concepción, se puede lícitamente derrocar al gobierno.
En la entrada anterior a este blog comenté sobre la necesidad de cuestionar los axiomas; verdades evidentes que se aceptan sin demostración. En especial el concepto del tejido social. ¿Qué podemos explicar con este concepto? ¿Es válida la analogía con la industria textil? En principio un tejido es una cosa formada al entrelazar varios elementos (RAE, 2014). Pero otra acepción dice que es un material hecho tejiendo. Si se retoma la frase “reconstruir el tejido social” esto quiere decir que se puede reparar un tejido que ha sido dañado. Y si se define el tejido social como el conjunto de relaciones que existen en una ciudad, esto es tan pretencioso como decir que se tiene el poder de convertir en grandes amigos a Andrés Manuel López Obrador y a Carlos Salinas de Gortari. Si un tejido se forma al entrelazar varios elementos, una madeja es un tejido. Pero la distinción entre madeja, cosa que está muy enredada y desordenada, y el tejido, es el orden. Las primeras computadoras fueron hechas para controlar los telares. Joseph-Marie Jacquard (1752-1834) ideó un telar que con tarjetas perforadas reproducía diseños en el tejido, bastaba con perforar la tarjeta para cambiar el patrón de diseño en la tela. Hasta el momento ninguna computadora ha logrado ordenar el tejido social, aunque Facebook lo intenta cuando recomienda amistades.Y no concibo a la sociedad como un conjunto ordenado de relaciones, sino como algo desordenado y caótico, algo más parecido a una madeja social. En la plática de Dave Troy sobre el mapeo social, los mapas que representan las relaciones en una ciudad son unas rebuscadas madejas sociales. Lo interesante de dicha plática es que en una ciudad como Baltimore, grupos divergentes entre los que se encuentran los afroamericanos y los latinos, más interesados en temas como la música hip-hop, conviven con los apasionados con la tecnología (geeks) y con los interesados en las noticias y eventos políticos nacionales e internacionales. Lo que une a estos grupos son los deportes. El equipo de béisbol los Orioles de Baltimore, el equipo de fútbol americano Ravens de Baltimore o el medallista olímpico Michael Phelps producen cohesión social, son el pegamento que mantiene unida a esa comunidad. ¿En una nación tan diversa como la nuestra qué produce cohesión social? ¿Qué nos identifica como mexicanos? En un artículo publicado por la revista Nexos y titulado “La identidad nacional mexicana”, el historiador Alan Knight autor se cuestiona sobre los elementos objetivos y subjetivos de la “identidad nacional”. Y aunque el lenguaje y la religión pudieran ser elementos objetivos de la identidad nacional, resulta que varios países latinoamericanos comparten el español y la religión católica. Para Alan Knight, la Virgen de Guadalupe es un “marcador de identidad” claramente mexicano.
En una reciente reunión del Consejo de Investigación de la Universidad La Salle Cuernavaca, A.C., Jean Robert destacó la importancia de distinguir entre teorema y axioma. Un teorema es una proposición que afirma una verdad demostrable. Mientras que un axioma es una proposición que se considera evidente y se acepta sin requerir demostración previa. Cuando nuestros iluminados líderes hablan de la reconstrucción del tejido social siempre me he cuestionado si ese tejido se hará con punto de cruz o con tru-tru. ¿Será el concepto de tejido social un teorema o un axioma? Pienso que un axioma, pues quienes hablan de tejido social no se han dado a la tarea de verificar la veracidad de su afirmación. Afortunadamente Google cuenta con una herramienta que permite analizar el uso de estos conceptos en los libros de su biblioteca.
La desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y los actos vandálicos durante las manifestaciones por la misma desaparición tienen un común denominador que es la omisión del Estado. Locke justifica la existencia del Estado en la protección de la vida, la propiedad y la libertad de los ciudadanos. Y existe la presunción de que la vida de los normalistas no fue respetada como tampoco lo fue la propiedad de las empresas afectadas por los actos vandálicos. Fernando Dworak ha escrito un brillante artículo sobre los discursos (o teorías) de la desestabilización y cita un mini Manual en el que su autor; Marighella (1911-1969), recomienda buscar la cara represiva del Estado para lograr la simpatía del público. Aunque suena bastante lógico, tiene varios supuestos; 1) que los vándalos saben leer, 2) que conocen de la existencia del mini Manual y 3) que han leído dicho documento. De otra manera, sólo sirve para justificar lo injustificable; el Estado no actúa en contra de los vándalos porque ese es precisamente el objetivo de estos actos. Si la violencia fuera el objetivo, ¿no debería el Estado reprimir la violencia? Sentados cómodamente en un sillón frente al televisor observamos en vivo y a todo color los desmanes de los vándalos mientras el locutor critica la falta de acción del Estado. Los medios de comunicación preparan enlaces remotos, los periodistas usan cascos con la leyenda “Prensa” y visten como si fueran a cubrir un acto de guerra. Y los vándalos cumplen al pie de la letra el libreto de los actos vandálicos. ¡Qué fiasco cuando prometieron violencia si Brasil era eliminado de la Copa Mundial y nada ocurrió! ¿Son los medios de comunicación quienes promueven la violencia? ¿Es el Estado con su inacción el que promueve la violencia? ¿O el público impaciente que espera el circo mediático? Para la Presidencia de la República, son los primeros. La declaración del Presidente de la República no deja lugar a dudas: “…otro tema que quiero abordar y del que soy sensible y no sé si esté vinculado a esto que pareciera un afán orquestado para desestabilizar y por oponerse a un proyecto de nación; en días recientes y justamente cuando emprendía la gira de trabajo, surgieron señalamientos sobre la propiedad de mi esposa”. Tanto la teoría de la desestabilización como la teoría de la conspiración del Presidente de la República pecan de soberbia, pues asumen la existencia de algo que causa u origina la desestabilización. En el primer caso, presupone la existencia de la inteligencia en los vándalos. Que la violencia no es el fin, sino un medio para alcanzar un fin ulterior. En el segundo, la existencia de “un afán” que busca descarrilar el proyecto de Nación que diligentemente el Presidente encabeza. Lo único que el escándalo de las propiedades de la esposa del Presidente de la República descarriló, fue la licitación del tren de alta velocidad a Querétaro. No hay rendición de cuentas, pero qué tal el espectáculo. Los medios de comunicación cumplieron sobradamente con la promesa de circo. En el artículo titulado “Si cede la Ley” publicado en México por la revista Nexos, Norberto Bobbio justifica el papel del Estado como instrumento de represión.
El último día del Primer Congreso Internacional Norbeto Bobbio en Cuernavaca se presentó Pedro Salazar Ugarte, director del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. En su ponencia presentó algunas tesis que se encuentran en el segundo ensayo de su obra Política y derecho, Derechos y garantías. Cinco ensayos latinoamericanos. Para el autor, America Latina ha optado por alguna de estas opciones: la democracia elitista o el populismo.
En la realidad latinoamericana han madurado dos alternativas de organización política aparentemente democráticas y opuestas entre sí: por una lado, en algunos países impera una tendencia hacia un modelo de democracia mínima o elitista, y por el otro, en otros Estados, en sentido opuesto, se consolidan regímenes populistas de supuesta o real ideología progresista.
Hoy inició el Primer Congreso Internacional Norberto Bobbio en Cuernavaca organizado por el CIDHEM. Con motivo del décimo aniversario luctuoso del historiador de las ideas turinés, la doctora Laura Baca tuvo a bien organizar el evento. César Cansino recordó que recientemente también se cumplieron 30 años de la publicación de El futuro de la democracia y en su opinión, Bobbio acertó en todas sus predicciones. En dicha obra, Bobbio citó unas palabras que aparecen en la película El Doctor Zivago de Boris Pasternack:
A partir de los lamentables acontecimientos del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, de donde desaparecieron 43 normalistas de Ayotzinapa, han surgido un sinfín de explicaciones sobre el porqué de la violencia. Desde la más inverosímil que asegura que los confundieron con miembros del cartel rival de “Los Rojos” hasta la más estúpida que asevera que la represión a los normalistas pretendía salvar la celebración del informe de la titular del DIF y esposa del Presidente Municipal. En un artículo de opinión titulado “La industria criminal en México” del diario El País, Guillermo Trejo explica que la delincuencia organizada requiere de una sociedad desarticulada para poder ejercer su dominio, entonces la represión contra los normalistas buscaba sembrar el terror para imponer la obediencia a las autoridades de facto. Hasta el momento es la razón que más se acerca a justificar lo injustificable. La hipótesis alternativa sería la de la irracionalidad de la violencia. Si Nietzsche viviera diría que no hay que preguntarse el porqué de la violencia, pues la violencia es el porqué. Una frase que invita a la reflexión, pero que no explica nada. Rene Girard en su obra La violencia y lo sagrado expone que cuando algo está fuera del dominio del hombre entra en el campo de lo sagrado.